Francisco, repara tu casa
Proemio
Más que presentar un Proyecto articulado y
complejo, desearía que nos propusiéramos retomar una forma de vida sencilla,
fraterna y solidaria, como San Francisco deseó y propuso inicialmente a sus hermanos.
Lo que aquí expongo va en esa dirección y sentido.
Vida
Ya que cada uno de nosotros somos templos,
iglesias donde el Don de Dios habita y en las que Le hacemos un hueco y en las
que iluminamos, desde la fe, con la oración, cada persona excluida, pobre,
desanimada o necesitada, debería encontrar en nuestras fraternidades un grupo
de hermanos y menores.
Cuado era joven, el Señor me ofreció una
experiencia única en la Fraternidad
Franciscana Seglar. Con ellos fui a abrir casas donde acoger
a los pobres, con necesidades de todo tipo, desahuciados, sin medio alguno.
Abrimos varias casas sin recursos, donde todos vivíamos de la Providencia , teniendo
muchas veces que ir los sábados a pedir por los mercados. Pero nunca nos faltó
nada – ni comida ni dinero para pagar el alquiler – y, como recogíamos a los
transeúntes, la gente que sabía lo que hacíamos, nos traía siempre algo.
Realmente se acogía a todos, sin mirar credo ni
historia, y se les daba aquello más básico que se necesitaba – ducha, plato y
colchón – pero también atención y escucha. “Dios no abandona a sus hijos, y
menos a los que nada tienen”. Se acogía a enfermos terminales sin recursos… los
pobres de verdad que, aunque se saben desahuciados, ponen su confianza en Dios
en lugar de maldecir y piden, con toda humildad, los auxilios espirituales.
Quien les da pan y se desvive por
ellos, en ese confían. Y a él es a quien pedirán el alimento del espíritu. Dar
los sacramentos es importante, pero antes tienen que ver como comes y compartes
tu vida con ellos. Por tanto es importante dar de comer, pero con tu vida
hablar a la vez de Dios, para que sepan pedirte el pan de la Vida eterna.
FORMA
Hoy, más que nunca, estoy convencido que los
Hermanos Menores tenemos algo concreto que aportar a nuestra sociedad: estar en
medio de la gente. Somos los “frailes del pueblo”, como nos llamaban antes y el
beato Juan Pablo II ha recalcado. También en los recientes documentos del
Ministro General nos habla sobre este sentido de la Fe : compartir esperanzas y
también la Palabra.
Es necesario preguntarse si nos fiamos todavía de la Providencia. Desde
mi propia experiencia puedo asegurar que la Providencia no me ha
faltado nunca, pero para eso hay que ponerse a prueba, hacer lanzarse sin miedo
a lo nuevo y desconocido. No es lo mismo hablar que llegar a la hora de comer y
no tener nada, y que llamen a la puerta en ese momento trayendo comida… También
en la sociedad hay hambre – no solo de alimentos, a lo que hemos vuelto – sino de
ser escuchados, queridos y aceptados.
Por todo esto, sueño una Fraternidad de cuatro a
seis hermanos, donde sea posible abrir la puerta – en sentido literal – a
todos, con un comedor, ropero, asistencia y capaz de acoger incluso a los que,
en este momento, se están quedando en la calle porque les embargan la casa.
Una Fraternidad donde la capilla sea más frecuentada,
no solo por los frailes, sino abierta para compartir todos la oración y la Eucaristía , donde la
propia Fraternidad realice su trabajo de manera sencilla y abierta. Una
Fraternidad donde los hermanos salgan, cada día, de dos en dos, y se dialogue
mucho y se refiera más frecuentemente la experiencia de Dios.
Sería necesario que dentro de esa Fraternidad
hubiera también un espacio para acoger a los padres de los Hermanos, para
facilitar a aquellos hermanos que están ahora en sus casas cuidando de sus padres
no-validos, que puedan ellos mismos vivir en Fraternidad y hacer la vida
regular, sin descuidar a los que dice San Francisco son “padres y madres de
todos los Hermanos”.
Muchos pilares de esta Fraternidad están ya
expresados en nuestras Constituciones. Pero puede ser importante subrayar aún:
-
La Fraternidad , vivida y no solo supuesta.
-
El cuidado de
la formación y una formación específica.
-
El trabajo
manual de todos, empezando por el trabajo doméstico.
-
Una
experiencia de Dios compartida en la
Lectio divina
-
La atención a
la oración personal y la relación con Dios.
-
La adoración
frecuente de Jesús Sacramentado, presente entre nosotros.
-
Y sobre todo
una visible confianza en la
Providencia , como sustento de la vida.
-
Apertura a
todos y respeto…
Nuestro comedor estaría siempre abierto a quien se
presentase buscando comida… Una hora al día y servido por los propios Hermanos,
ayudados de nuestros seglares. Además, si hay necesidad en el entorno, poder
atender a las personas mayores y solas en sus casas.
También sería una Fraternidad misionera e
itinerante, visitando los pueblos cercanos, dos a dos como Francisco y León, y
anunciando con nuestra vida al Señor resucitado.
Puede que esto se viva ya en muchos sitios, pero
no lo conocemos. Yo expreso la necesidad de manifestar – a través de nuestro
estilo de vida – lo que somos y queremos. El Señor nos muestre el camino.
Gilet, Mayo 2012.
Fr. Wenceslao Tomás Rocher ofm
Provincia de Aragón, Valencia y Baleares
wenceslaotomas@yahoo.es
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