lunes, 7 de mayo de 2012

Una nueva propuesta....


Francisco, repara tu casa
Proemio

Más que presentar un Proyecto articulado y complejo, desearía que nos propusiéramos retomar una forma de vida sencilla, fraterna y solidaria, como San Francisco deseó y propuso inicialmente a sus hermanos. Lo que aquí expongo va en esa dirección y sentido.

Vida
Ya que cada uno de nosotros somos templos, iglesias donde el Don de Dios habita y en las que Le hacemos un hueco y en las que iluminamos, desde la fe, con la oración, cada persona excluida, pobre, desanimada o necesitada, debería encontrar en nuestras fraternidades un grupo de hermanos y menores.
Cuado era joven, el Señor me ofreció una experiencia única en la Fraternidad Franciscana Seglar. Con ellos fui a abrir casas donde acoger a los pobres, con necesidades de todo tipo, desahuciados, sin medio alguno. Abrimos varias casas sin recursos, donde todos vivíamos de la Providencia, teniendo muchas veces que ir los sábados a pedir por los mercados. Pero nunca nos faltó nada – ni comida ni dinero para pagar el alquiler – y, como recogíamos a los transeúntes, la gente que sabía lo que hacíamos, nos traía siempre algo.
Realmente se acogía a todos, sin mirar credo ni historia, y se les daba aquello más básico que se necesitaba – ducha, plato y colchón – pero también atención y escucha. “Dios no abandona a sus hijos, y menos a los que nada tienen”. Se acogía a enfermos terminales sin recursos… los pobres de verdad que, aunque se saben desahuciados, ponen su confianza en Dios en lugar de maldecir y piden, con toda humildad, los auxilios espirituales.
Quien les da pan y se desvive por ellos, en ese confían. Y a él es a quien pedirán el alimento del espíritu. Dar los sacramentos es importante, pero antes tienen que ver como comes y compartes tu vida con ellos. Por tanto es importante dar de comer, pero con tu vida hablar a la vez de Dios, para que sepan pedirte el pan de la Vida eterna.

FORMA

Hoy, más que nunca, estoy convencido que los Hermanos Menores tenemos algo concreto que aportar a nuestra sociedad: estar en medio de la gente. Somos los “frailes del pueblo”, como nos llamaban antes y el beato Juan Pablo II ha recalcado. También en los recientes documentos del Ministro General nos habla sobre este sentido de la Fe: compartir esperanzas y también la Palabra.

Es necesario preguntarse si nos fiamos todavía de la Providencia. Desde mi propia experiencia puedo asegurar que la Providencia no me ha faltado nunca, pero para eso hay que ponerse a prueba, hacer lanzarse sin miedo a lo nuevo y desconocido. No es lo mismo hablar que llegar a la hora de comer y no tener nada, y que llamen a la puerta en ese momento trayendo comida… También en la sociedad hay hambre – no solo de alimentos, a lo que hemos vuelto – sino de ser escuchados, queridos y aceptados.

Por todo esto, sueño una Fraternidad de cuatro a seis hermanos, donde sea posible abrir la puerta – en sentido literal – a todos, con un comedor, ropero, asistencia y capaz de acoger incluso a los que, en este momento, se están quedando en la calle porque les embargan la casa.

Una Fraternidad donde la capilla sea más frecuentada, no solo por los frailes, sino abierta para compartir todos la oración y la Eucaristía, donde la propia Fraternidad realice su trabajo de manera sencilla y abierta. Una Fraternidad donde los hermanos salgan, cada día, de dos en dos, y se dialogue mucho y se refiera más frecuentemente la experiencia de Dios.

Sería necesario que dentro de esa Fraternidad hubiera también un espacio para acoger a los padres de los Hermanos, para facilitar a aquellos hermanos que están ahora en sus casas cuidando de sus padres no-validos, que puedan ellos mismos vivir en Fraternidad y hacer la vida regular, sin descuidar a los que dice San Francisco son “padres y madres de todos los Hermanos”.

Muchos pilares de esta Fraternidad están ya expresados en nuestras Constituciones. Pero puede ser importante subrayar aún:

-       La Fraternidad, vivida y no solo supuesta.

-       El cuidado de la formación y una formación específica.

-       El trabajo manual de todos, empezando por el trabajo doméstico.

-       Una experiencia de Dios compartida en la Lectio divina

-       La atención a la oración personal y la relación con Dios.

-       La adoración frecuente de Jesús Sacramentado, presente entre nosotros.

-       Y sobre todo una visible confianza en la Providencia, como sustento de la vida.

-       Apertura a todos y respeto…

Nuestro comedor estaría siempre abierto a quien se presentase buscando comida… Una hora al día y servido por los propios Hermanos, ayudados de nuestros seglares. Además, si hay necesidad en el entorno, poder atender a las personas mayores y solas en sus casas.

También sería una Fraternidad misionera e itinerante, visitando los pueblos cercanos, dos a dos como Francisco y León, y anunciando con nuestra vida al Señor resucitado.

Puede que esto se viva ya en muchos sitios, pero no lo conocemos. Yo expreso la necesidad de manifestar – a través de nuestro estilo de vida – lo que somos y queremos. El Señor nos muestre el camino.

Gilet, Mayo 2012.

Fr. Wenceslao Tomás Rocher ofm
Provincia de Aragón, Valencia y Baleares 
wenceslaotomas@yahoo.es

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