domingo, 30 de junio de 2013

TABLA COMÚN

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crónica de una histórica TABLA



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Cronica, que algo queda
En el nombre del Señor.
Y nuestro también, o no.
En el Pilar de Aravaca
Y a día 26 de junio
Se juntan los rabadanes
De la futura unión parda.

Trátase en lo que sigue y precede de la reunión de provinciales y definitorios, rabadanes y gañanes, respectivamente. El número de infusorios  franciscanos asciende a  47, entre delegado del general, fray Michael Anthony Perry, visitadores, guardianes y definidores. Algunos, como los solanos, asisten por convertir el Pilar en una auténtica janua coeli, un nuevo Sinaí donde elaborar nuevas tablas. Es decir, asisten por pura fraternidad, o sea,  para anidar en la puerta del empíreo cielo seráfico. Así, como reza el salmista, El Señor romperá las coyundas de los impíos: la unión es fraternura y la fraternura un invento granadino.

Los preside el Delegado,
Del Ministro General,
El bueno de Zurriarain,
Que en eso tuvimos suerte.

A calentarnos la cama
Se adelantan los ministros
-a fuer de frailes que son—
Y  ¡bien que lo consiguieron!
Ninguno pudo dormir
del gran calor que tuvieron.
Trata el cronista en verso de decir que el calor físico precede al espiritual o algo parecido.

Día 27
Amanece el 27
Y no mejora la cosa,
Pues emplean la mañana
En hablar mucho “par’ná”.

El cronista no se refiere, parece, a la incompetencia ministerial, como si de políticos se tratara, sino más bien a que el futuro es tan serio que hace falta un “brain storm”, tormenta  cerebral de ideas, para acertar, o no equivocarse demasiado.

Llegan por fin los gañanes,
Se completa la manada,
Nos saludamos contentos
Y se pace y se sestea.

Rezamos todos muy puestos
Nos saluda Telesforo
Se nos dan las instrucciones
Y se empieza a trabajar.

El cronista, ya se ve, entiende sestear y trabajar en un sentido muy lato. Los frailes no se han hecho frailes para trabajar. Pero sobre nuestras conciencias recae asignar oficios, los últimos, de nuestras provincias respectivas y todos, en mayor o menor medida, tendremos que responder el día de la ira ante el Juez, franqueado por Moisés y Elías. Pero sabemos que nuestro corazón, herido de tristeza y melancolía, busca no nuestro final, sino el “comencemos de nuevo”. Una unión es para la fuerza, no para la debilidad. O, como dice un salmista, “mucho haremos si no hacemos nada”.

La merienda parte bien

La labor del definir
Que más parece tarea
De artesanos carpinteros.

Siete tablas se han de hacer…

En las vísperas un padre
Nos recuerda lo esencial
Pues sin Dios toda faena
Sin futuro quedará.

Se cena bien y en compañía
Y alguno de corre prisa:
No en vano hoy juega España
Que la cadena de Italia
Rompe al final in extremis.
 
Unos sureños amigos
Hasta tarde trabajaron
Más les dio al madrugada
Sin las tablas terminar.

No está de más recordar
Que medio siglo ha alcanzado
Ese catalán molt maco
Llamado como el de Hipona.
Hasta le hemos cantado
¡Pero no nos convidó!

Hasta le hemos cantado
¡Pero no nos convidó!

Refiérese aquí  un hecho luctuoso y no es el de la derrota de los connacionales del Pobrecillo, ni la poca generosidad, sino a la vejez. El día acaba y, sin duda, todos nuestros frailes, grandes y pequeños, han pasado por nuestras mentes: para bien y, esperemos, para mejor a partir de mañana.

Día 28

San Ireneo, sabio y mártir, nos ayuda a despertar
Mas con cierta prevención
Bajan las aves tempranas
Que hasta las siete la alarma
No deja de vigilar.

Primero Dios, y eso haces,
Celebrando con unción
Y cantando con denuedo,
Ayudándonos a dúo
Fray Sanchis y hermano Sáinz.

Rellenadas las alforjas
Con condumio mañanero
Se charla, fuman los pocos
Y de nuevo a tablear.

Nos cunden las dos sesiones
--hay urgencia “visitante”—
Y a la hora de la mesa

Los peces ya están vendidos.

Para premiar esa hazaña
De tan ardua diligencia
Los rabadanes nos dan
A los gañanes asueto.

Es decir, los visitadores abandonan nuestro Sinaí por sus cafarnaúnes domésticos. Y los más de los rabadanes y gañanes han acabado sus faenas. Pero queda que el tablao no sea un zapateao.

Ellos, en cambio, tenaces
(adictos, puede, a la unión)
Siguen con su reunión
Durante toda la tarde.


Con las llaves de san Pedro
Y el filo agudo de Pablo
Acaban ocio y trabajo
En la oración de la tarde.

Tras la cena un conducho
Tan sobrio como la casa
Nos permite festejar
La tarea “terminada”
Con la gracia del Señor.

Día 29
Poca cosa queda ya
“pa” rematar la faena:
Rezar con Pedro y con Pablo
Para ser Iglesia plena.

Ultiman los rabadanes
Ciertas cosillas menores
Y  aprovechan los gañanes
Para empaquetar las cosas.

A las 11, con su pompa,
Finaliza la asamblea,
con carta del General
y oyendo la propia esquela .

Misa y mesa, por su orden,
Ponen punto a nuestra fiesta
Que Dios y yantar van juntos
Cuando de hermanos se trata.

El esfuerzo, en efecto, de estos días no es estéril ni puede serlo. Moisés tardó 40 días para diez tablas. Nosotros, tres para siete. Moisés las tiró al suelo y nosotros, como anticipo del convite celestial, las lanzamos al cielo para que Francisco, sabiendo que hemos hecho nuetsra parte, haga la suya. 

Ya, para broche fraterno,
Permitid que los cronistas,


Con un “gracias y un “perdón”,

Finalicen su encomienda.

Grcaias por la confianza,
Pero admitid que un suspiro
Salió de vuestras gargantas
Al nombrarnos a nosotros
Y quedar libres vosotros.

Y perdón también, of course,
Por el desenfado ameno,
Nunca exento de ternura
De estros tropos mal rimados.

És el vosre germà Agustí
Y el calvo de fray Roncero
Os quedan agradecidos
Y lo han pasado muy bien.
 En alabanza de Cristo y de su siervo  Francisco. Amén.
                  fr. J.M. Roncero y Fr. A.Boadas


miércoles, 19 de junio de 2013

ESPIRITUALIDAD DE LA TIENDA II



Aplicaciones
            Como continuación a las anteriores sugerencias sobre la recuperación de “la Tienda”, lugar teológico propio de la espiritualidad franciscana de la itinerancia, continúo ahora con algunas aplicaciones concretas que bien pueden tomarse en cuenta salvando aquellas diferencias y circunstancias de los diversos lugares en que vivimos nuestra específica realidad franciscana. La vida itinerante de los primeros frailes menores se cambió, desde muy pronto, en la estabilidad de conventos e iglesias en ciudades y pueblos. Con ello fue cambiando rápidamente el tenor de nuestra vida. El recuerdo de las tiendas y pobrecillas moradas de los inicios pueden únicamente recogerse – a nivel simbólico – en la función de los templos como lugares de encuentro con Dios y los hermanos. Luego estos han ido perdiendo paulatinamente incluso esta función. A estos aspectos concretos dedico mis siguientes reflexiones.

La Tienda como lugar de Paz (Beth - Shalom)
            Presente aún en el centro o la periferia de las grandes ciudades, el templo surge hoy en medio de los edificios como un auténtico oasis de silencio y sosiego. Allí, entre la sombra fresca de sus muros, algunos espíritus en búsqueda continúan encontrando algún tipo de refugio y de quietud, como en tiempos daban a las enamoradas almas de los románticos los cementerios. El templo-tienda se brinda perfectamente en nuestro desierto urbano como un lugar de cobijo y refugio. Siempre, claro, que encontremos sus puertas abiertas y en su interior el ambiente idóneo para el retiro y la meditación. Hay grandes espacios pero insuficientemente aprovechados hoy. Me parece importante retomar seriamente este discurso. Casa de la Paz: muchos grandes creyentes han reconocido haber re-encontrado o hallado un día la fe recogiéndose, tan solo, en el interior de las amplias naves de una catedral gótica, observando simplemente la belleza de la luz que se filtraba por las cristaleras de colores y que les hablaba de Dios. También es posible esto hoy.
            Los templos-tienda siguen situados en medio de los hombres, pero no siempre son accesibles ya a ellos. Miedos y prevenciones les cierran la puerta habitualmente. Un sentido más pragmático y menos misterioso de lo religioso les han privado de los atributos que siempre han tenido. Cuando vemos a alguien que ingresa en el templo, enseguida corremos a él para ofrecer sacramentos o las diversas posibilidades del menú parroquial, o – por el contrario - cualquier grupo de los muchos – o pocos – que pululan en nuestros ambientes ensayan a voces lo que sea (corales, conciertos, comuniones o teatros), por carencia (o no) de otros lugares más adecuados a dichos menesteres, impidiendo una sencilla visita en paz al lugar. Además de la tranquilidad del recinto – que ya, me parece, es un valor en sí mismo – la belleza del lugar, su armonía, su sencillez – como la de las catedrales – deberían hablar de Dios por sí solas.

La Tienda, lugar de escucha de la Palabra.
            Valdría la pena desorganizar nuestros ordenadísimos templos un poco para crear un ángulo de la “escucha”, en el que – puesta de relieve la Palabra de Dios – se pudieran tener regularmente encuentros de escucha y comentario de la Escritura. En el mismo templo-tienda y no fuera de él (aún en contra de pareceres opuestos), porque este es el marco sacro idóneo también hoy para que la Palabra, que viene proclamada con toda su fuerza en la Liturgia, sea aproximada de otro modo a la realidad cotidiana de los creyentes o de los que buscan. Cercanía y solemnidad a un tiempo. El eco de la Palabra proclamada – como secularmente – en el Templo y que resuena en sus paredes nos hace comprender que es un Misterio más grande que nosotros mismos y que nunca podremos abarcar. ¿Habrá una mejor utilización del Templo-tienda que para este acercamiento sencillo pero solemne al Verbo de Dios? Las tómbolas y otros montajes desvirtúan la idea de que, en la Iglesia, Dios está presente y nos acoge. Facilitar los textos – siempre a mano en la tienda-templo para una lectura personal – alargaría posteriormente esta facilidad de contacto con la escritura de todo aquel que quisiera sentarse y descansar un rato: “venid a mi los cansados, y Yo os aliviaré...”
            En un sentido todavía más lato, la sencilla acogida y escucha humana en las Tiendas del Encuentro tendría una función más que justificada. Si no en horario continuo – difícil actualmente de mantener – al menos ciertos días a ciertas horas podría haber personas encargadas de mantenerse alerta para facilitar a quienes lo solicitasen esta necesidad básica y cada día más difícil de realizar que es la de la comunicación humana. No necesariamente religiosa, pero si profunda. Escuchar, no responder, ni aclarar, ni orientar. Pero - si acaso llega el momento - hablar desde lo experimentado y vivido y no desde lo aprendido en fórmulas incomprensibles. Este es, sinceramente, para mí el modo de acogida más prioritario y urgente: centros de escucha, dejando luego que Dios actúe y que el Espíritu hable en el interior de la persona. No seremos nosotros los que resolveremos nada, sino que daremos ocasión de que Dios se mueva.
La Tienda, lugar de encuentro común y personal.
            La tienda-templo sigue siendo el lugar por antonomasia de la acogida y del encuentro fraterno. Nunca debería pasar a ser centro social de reuniones, perdiendo su carácter sacro y convirtiéndose en ágora, teatro o museo – como sucede bastante frecuentemente – ya que en el inconsciente humano una cosa no puede serlo y dejar de serlo sucesivamente. Los lugares y los tiempos aún marcan nuestra idiosincrasia. La tienda, espacio sacro del encuentro de los creyentes con Dios, es también el espacio en que Dios habita y esta presente, su morada entre nosotros. Allí puede encontrársele siempre, porque allí habita permanentemente en el Tabernáculo, como enseña la Iglesia. No banalicemos pues la presencia de Dios en su Morada, cuando ya pasamos frecuentemente por delante sin pararnos siquiera. No será ya Dios o no tememos que nos fulmine con un rayo… ¿Para qué empeñarse en tener el Sagrario en medio del Presbiterio - en vez de en una capilla contigua o en ángulo más reservado -  si continuamos ignorándolo o incluso ofendiéndolo habitualmente? Las bodas, conciertos y la celebración de otros saraos festivos, que nada tienen que ver con el carácter religioso del lugar, tienen en gran parte la culpa de todo esto.
            La acogida y despedida en el templo-tienda – no necesariamente realizada por el ministro, como entre los protestantes, sino por hermanos que se paren especialmente ante los rostros no conocidos y que les acomoden o les inviten a volver por allí – puede ser un signo esencial para demostrar la hospitalidad de quienes también se sienten invitados a una mesa que no es suya, sino del Padre de todos. El respeto y cuidado del lugar, la frecuente variación de sus elementos ornamentales - como expresión de una realidad que es viva y participativa, y no de un museo que permanece por décadas inamovible – son elementos que favorecen la apreciación de estos valores. La realidad del templo-tienda no ha de ser contemplada únicamente en función de la Liturgia, sino de una presencia permanente de Dios con la comunidad. Hay tantos modos. Y los frailes, que allí moran y de ello se ocupan, han de ser los primeros y más concienciados en hacer ver que verdaderamente, esa tienda-templo tiene vida propia. No es cuestión de gastar, sino de pensar bien primero. Como en la tienda beduina, hay objetos que son ornamentales y otros que son utilitarios, que facilitan la comodidad, pero cada vez se engalana ésta de nuevo en función del huésped que está por llegar.

CONCLUSIÓN
            Dios ha elegido morar con los hombres, poner su tienda entre nosotros, como señal de permanencia y fidelidad. Este signo bíblico, de gran trascendencia, debe ser recreado y hecho comprensible para los hombres de cada tiempo y cultura. La metáfora de nuestra vida como camino, como itinerario y peregrinación así lo requiere. ¿Cómo y dónde encontrar esa presencia concreta de Dios en medio de nosotros, de manera aún más convincente y clara que en la misma Naturaleza, su libro primero? En el pluralismo religioso en que nos movemos actualmente en occidente y dada la posibilidad cada día más concreta de perder nuestras propias referencias religiosas tradicionales - pues pronto la mezquita, la sinagoga o el templo ba’hai, serán más visibles y reconocibles como lugares santos que nuestras iglesias, que han pasado a convertirse sencillamente en edificios históricos que remiten a otras épocas, carentes de vida y actualidad -, la llamada franciscana a volver a instalar nuestras pobrecillas tiendas como sedes del encuentro entre Dios y los hombres, como lugares de auténtica presencia del Espíritu del Señor, como una invitación a recuperar el espíritu de oración y devoción al que las demás cosas deben servir, significa para mí un reto concreto y sencillo que no debe dejar de atraer nuestra atención. No es cuestión ya de discutir si son adecuadas o menos, grandes o pequeñas, históricas y monumentales o modernas y desacertadas, sino que sepamos más bien adecuar y recrear – con ayuda del Espíritu – eso mismo que tenemos, en ocasiones auténticas de encuentro de Dios con los hombres y de invitación a no pasar de largo, sino de entrar y acomodarse para descansar de los muchos  desalientos que tiene actualmente nuestra vida.

Fr. Julio G. ofm
Provincia Castellana

jueves, 6 de junio de 2013

Saludo del Delegado general a todos los hermanos


Prot.Nº 12.13
Vitoria  6 de Junio de 2013

A los hermanos de las Provincias Bética, Cartagena-Murcia, San Gregorio Magno de Castilla, San Salvador de Horta de Cataluña, Nuestra Señora de  Regla de Granada, San José de Valencia-Aragón-Baleares y la Custodia de San Francisco Solano
Queridos hermanos,
Os escribo para enviaros mi primer  saludo.  Sabéis que se me ha pedido realizar el servicio de Delegado del Ministro General en vuestras Provincias, hasta que culminéis  el proceso de unificación.  Después de exponer mis primeras  objeciones para desempeñar este oficio, por fin he aceptado,  confiando en Dios y en vosotros.  Me siento con muchas limitaciones y vosotros ya conocéis algunas,  pero intentaré poner lo mejor de mí mismo para caminar con vosotros hacia la meta que os habéis propuesto: la creación de la nueva Provincia de la Inmaculada. Juntos haremos  este trecho del camino con sentido de corresponsabilidad y  comunión. Vosotros sois  los protagonistas y así debéis seguir siendo. Mi deseo es ir con vosotros y a vuestro lado, aprendiendo de vosotros  y aportando lo que Espíritu me inspire.
Bien sabéis que estáis viviendo un momento histórico importante. Es la hora  de la  revitalización y reestructuración de vuestras Provincias.   Os mueve el anhelo de vivir vuestra vocación y misión con mayor autenticidad para lograr una mayor significatividad.  En los próximos años seguramente seréis menos,  pero queréis ser más fecundos.  Estoy seguro de que Dios os bendice  en el objetivo que os habéis propuesto y también en el camino que estáis haciendo. Muchos jóvenes y mayores aplaudirán vuestro intento, porque  necesitan de vosotros. Necesitan beber de vuestra misma fuente de inspiración. Necesitan vuestro consuelo y vuestra esperanza.  Os necesitamos todos!
En el camino que vais haciendo comprobaréis, sin duda,  que el proyecto  exige mucha generosidad. Y sé que estáis afrontando con sentido de colaboración y de corresponsabilidad.  Os felicito y os animo a que sigáis en esta línea, incorporando a los más en el mismo empeño. Todos influimos en la suma o en la resta total. Todos somos importantes. 
Os invito desde ahora a pensar más en los demás que en vosotros mismos, en la nueva Provincia más que en la propia, en los pobres y necesitados que os reclaman más que en vuestros propios intereses. Esta es la  dinámica que hemos ido aprendiendo  en  Pascua, la de perder para ganar. Y este será también  el espíritu que  deberá acompañarnos a lo largo del  tiempo ordinario en el que hemos entrado de nuevo, para que el proyecto común salga fortalecido y la comunión sea nuestro signo. Tengamos la certeza de que el Señor nos guía, tal como proclamábamos esta mañana en laudes: 
"El nos guiará por siempre jamás"
Espero encontrarnos en la próxima reunión que tenéis  programada los distintos gobiernos de las Provincias para los días  26 al 29 de Junio.
Recibid mi saludo afectuoso de Paz y Bien.

                Juan Telesforo Zuriarrain
                                        Delegado General

DECRETO de nombramiento del Delegado general para el proceso de unión

El Ministro general, fr. Michael Perry ha nombrado a Fr. Telesforo Zurriarrain, de la Provincia de Arantzazu de España, Delegado general para el proceso de unión de las siete entidades de Confres que se unirán a partir del 1 de enero del 2015.
Desde este blog queremos desearle a nuestro hermano Telesforo un fructífero servicio en pro de la reestructuración y revitalización del franciscanismo en España. ¡Que el Señor lo bendiga!


DECRETO

 

boletin informativo nº 9

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