jueves, 22 de marzo de 2012

Renovación con fidelidad creativa ¡esto si que abre caminos!

Continuamos ofreciendo otro camino de renovación muy distintos al presentado el otro día y donde Camilo Maccise ahonda en la fidelidad creativa. Quizás, ahora, con esta visión de conjunto, podamos entender mucho mejor la reflexión de este religioso sobre lo que tiene que ser el verdadero camino de renovación.
Renovación con fidelidad creativa

La creatividad en la vida consagrada puede entenderse también de diversas maneras. Hay un estilo tradicional de comprenderla. Parte de una visión estática del mundo y piensa que la única creatividad posible es la que ayuda a conservar las cosas como están. Está presente en el proyecto de vuelta al pasado. Otra perspectiva del cambio es aquella que únicamente busca retoques adaptativos y pragmáticos, forzados por las circunstancias, pero sin una verdadera convicción interna. Finalmente está el estilo revitalizado, que conserva una continuidad con el pasado y, al mismo tiempo, se abre a una discontinuidad; sabe distinguir lo esencial de lo accidental. Acepta con realismo la lentitud y gradualidad de los cambios porque sabe escuchar la voz de Cristo que llama a la conversión, respetando el dinamismo de la persona humana. Ésta le da flexibilidad, movilidad, creatividad que llevan a reasumir con renovada vitalidad los ideales fundacionales en el contacto con las necesidades pastorales y espirituales y las exigencias de la inculturación de los valores evangélicos y de vida religiosa.
Frente a la idea de renovación como restauración de un pasado, tenemos en una buena parte de la vida religiosa la convicción de que ésta se halla en una encrucijada decisiva. La figura histórica que ha asumido hasta ahora está agotada y llega al ocaso. Sus símbolos clásicos: hábito, tradiciones internas, iconografía, explicaciones teológicas son cuestionados. Es necesario acoger o recrear un nuevo modelo, que aún no está disponible, aunque se intuye. Es el Espíritu quien tiene que ayudar a encontrar nueva síntesis entre “mística” y “misión” para integrar las diversas dimensiones que emergen de esta vida: antropológico-religiosa, cristológica, pneumatológica, eclesiológica, escatológica, ecuménica, cultural-histórica.
El carisma de la vida consagrada, como los demás carismas, ha sido suscitado por el Espíritu para servicio de la Iglesia y del mundo. Los Institutos religiosos surgieron como una respuesta histórica, que tiene su fuente en el Espíritu, frente a situaciones de crisis o para salir al encuentro de las necesidades de los seres humanos. De allí que se insertaran admirablemente en las circunstancias de la época y que hablaran un lenguaje vital e inteligible para los contemporáneos. Las Congregaciones religiosas van apareciendo como multiformes intervenciones del Espíritu, en consonancia con los problemas religiosos y sociales que caracterizan la historia de la humanidad en momentos diferentes. Toda la gama de grupos consagrados a Dios es fruto de un carisma que, aunque se concreta en un momento histórico, va más allá de él. Su función de servicio exige que permanezca abierto a las nuevas necesidades, si no quiere agotarse al desaparecer las formas concretas en las que se expresó cuando fue suscitado por el Espíritu. Es necesario distinguir la vocación a la vida consagrada y el estilo de vida en el cual se expresa. Es fundamental no confundir lo esencial con lo que es simplemente un condicionamiento cultural. De otro modo se corre el peligro de ser infieles al carisma por una anquilosada fidelidad a sus concreciones pasadas.
Los condicionamientos sociales y eclesiales de la época de la fundación de los Institutos religiosos explican muchos aspectos de su espiritualidad y doctrina; de su apostolado y de la organización primigenia. No son, en manera alguna, algo perfecto e inmutable. Releer el carisma inicial es, por tanto, la única forma de conservarlo y de mantener la auténtica fidelidad al mismo. Así es como hay que entender la refundación con su exigencia de creatividad, orientada a favorecer las tres dimensiones del Espíritu: comunión, libertad-amor y profecía. En la fundación de los Institutos religiosos aparece claramente la creatividad. Los fundadores y las fundadoras de las Congregaciones de vida consagrada fueron auténticos profetas que, fieles al Espíritu, abrieron caminos nuevos y, por esa creatividad, sufrieron las tensiones de la incomprensión y de la persecución. Resulta curioso que muchos quieran ahora convertirlos en baluartes de un inmovilismo, cuando son el prototipo de los pioneros de los caminos del Espíritu.
La reapropiación del carisma fundante requiere una memoria del pasado como fuerza viva que puede expresarse de manera nueva. Es una memoria del evangelio y de los orígenes del Instituto. Junto con la memoria se necesita una visión de futuro, a partir de las nuevas circunstancias. Así se hace posible vivir los valores fundamentales del carisma en forma significativa e inteligible. Cada congregación tiene su modo especial de vivir los valores de la vida consagrada.
La vida consagrada subraya algunos valores arquetípicos: la relación con lo sagrado y con el mundo desde una perspectiva de frontera o liminalidad; la relación con todos los seres humanos, expresada en la castidad consagrada; la apertura a la colaboración en el diálogo y la escucha de la voz de Dios, de los demás y de las circunstancias, en la obediencia y, finalmente, la relación con los bienes en forma responsable y participativa, en la pobreza. Cada Instituto de vida consagrada, por su parte, pone el acento en otros aspectos de la vida cristiana. El seguimiento de Jesús es la esencia de toda vida cristiana. Resume el caminar del creyente en su búsqueda incesante de Dios. La vida religiosa es un modo particular de seguir a Jesús y de vivir las exigencias que trae consigo para todos. El seguimiento es una respuesta libre a una llamada gratuita. Jesús es quien toma la iniciativa. Él sale al encuentro. El ser humano, más que buscar a Dios, es buscado por Él. Y esto es algo que se renueva constantemente. Por ello hay que estar a la escucha de la Palabra, para ponerla por obra (Lc 8,21).
Esta gradualidad en el seguimiento de Jesús es una de las bases para la creatividad en la respuesta a las interpelaciones de Dios a los individuos y a las comunidades en un mundo de cambios rápidos y profundos. El seguimiento va madurando lentamente en los altibajos de la colaboración humana. En la fe y en el amor confiado, que purifica, la vida consagrada se va renovando o refundando. El seguimiento de Jesús conduce al compromiso con el propio carisma para hacer presente a Cristo-camino en la historia de la humanidad.

2 comentarios:

  1. Sí Manolo (y demás lectores del blog), esto ya es otra cosa bastante más aceptable que el anterior artículo del autor.

    He visto retratada nuestra tradición en muchas de las líneas de este artículo, como cuando la Iglesia nos puso a franciscanos y dominicos a reflotar la fracasada cruzada contra la herejía valdense, cátara y albigense; o cuando nuestros hermanos, frailes y seglares, idearon los Montes de Piedad en el siglo XIV para combarir la usura (Mohamed Yunus -premio Nobel de la Paz- ha sabido recoger ese testigo- o cuando en América o Filipinas, principalmente, los misioneros de nuestra Orden supieron ser escandalósamente creativos en fidelidad a su identidad de menores. La Perfectae Caritatis recoge con concisión y precisión esta noción de la "fidelidad creativa" y nos llama a vivirla, como todos sabemos.

    Lo de la refundación sí que merece una pequeña postilla: no se refunda el Carisma, se refunda nuestra forma de encarnar dicho Carisma, un Carisma "recogido en sus fundamentos en la Regla" y actualizado en las Constituciones Generales QUE NOS DA LA IGLESIA, la única legítima intérprete de los carismas que en ella suscita el Espíritu Santo; se reforma la Orden en sus estructuras y en las conciencias de sus miembros, siempre necesitados ambos de conversión... como decimos con igual verdad de la misma Iglesia de Cristo.

    Lo que me preocupa es que veo poco de todo esto en nuestro Proceso. Se trata de ilusionar e implicar a los frailes dándoles poca información -los que estamos más metidos en el "fregao" sabemos que se debería informar más- y dando la impresión de que la opinión de todos importa cuando no todos tienen o tenemos esa impresión.

    ¿Cuántos hermanos participan en este blog?

    ¿Cuántos están enviando sugerencias, ideas aportaciones, proyectos...?

    ¿Cuánta ha sido la participación y cómo se ha suscitado y recogido en la elaboración del borrador del Proyecto Porciúncula?

    Lo fácil sería decir que es cosa de los frailes si no quieren hacer algo de todo eso pero, cuando hablas con ellos, es fácil reconocer que la culpa es de quienes no les estamos sabiendo sentir parte de la gestación de esta revitalización y reestructuración, los que no estamos sabiendo ilusionar con las decisiones respecto de las casas comunes de formación, sobre la gestión de patrimonio, sobre el futuro de las enfermerias, sobre la previsible movilidad de los destinos, sobre el discernimiento de las presencias a cerrar, a potenciar o a inaugurar, etc (uso el plural por aquello de que no parezca que señalo a nadie sin señalarme también a mí mismo, porque todos los que pintamos algo en alguna instancia del Proceso podríamos estar haciendo más, algunos muy concretos mucho más).

    Nada más, por ahora, hermano. Un abrazo para todos. Fray Víctor Manuel Alcalde Quintas, ofm.

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    1. Vale, Victor.... pero todavia muchos no conocen este blog... Habra que irles despertando.... pero con lo que ya cuesta levantar un fraile de la siesta....
      Animo y a seguir intentando....

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