En el nombre del Señor.
Y nuestro también, o no.
En el Pilar de Aravaca
Y a día 26 de junio
Se juntan los rabadanes
De la futura unión parda.
Trátase en lo que sigue y precede de la
reunión de provinciales y definitorios, rabadanes y gañanes, respectivamente.
El número de infusorios franciscanos
asciende a 47, entre delegado del
general, fray Michael Anthony Perry, visitadores, guardianes y definidores. Algunos,
como los solanos, asisten por convertir el Pilar en una auténtica janua coeli,
un nuevo Sinaí donde elaborar nuevas tablas. Es decir, asisten por pura
fraternidad, o sea, para anidar en la
puerta del empíreo cielo seráfico. Así, como reza el salmista, El Señor romperá
las coyundas de los impíos: la unión es fraternura y la fraternura un invento
granadino.
Los preside el Delegado,
Del Ministro General,
Que en eso tuvimos suerte.
A calentarnos la cama
Se adelantan los ministros
-a fuer de frailes que son—
Y ¡bien
que lo consiguieron!
Ninguno pudo dormir
del gran calor que tuvieron.
Trata el cronista en verso de decir que el
calor físico precede al espiritual o algo parecido.
Día 27
Amanece el 27
Y no mejora la cosa,
Pues emplean la mañana
En hablar mucho “par’ná”.
El cronista no se refiere, parece, a la
incompetencia ministerial, como si de políticos se tratara, sino más bien a que
el futuro es tan serio que hace falta un “brain storm”, tormenta cerebral de ideas, para acertar, o no
equivocarse demasiado.
Se completa la manada,
Nos saludamos contentos
Y se pace y se sestea.
Rezamos todos muy puestos
Nos saluda Telesforo
Se nos dan las instrucciones
Y se empieza a trabajar.
El cronista, ya se ve, entiende sestear y
trabajar en un sentido muy lato. Los frailes no se han hecho frailes para
trabajar. Pero sobre nuestras conciencias recae asignar oficios, los últimos,
de nuestras provincias respectivas y todos, en mayor o menor medida, tendremos que
responder el día de la ira ante el Juez, franqueado por Moisés y Elías. Pero
sabemos que nuestro corazón, herido de tristeza y melancolía, busca no nuestro
final, sino el “comencemos de nuevo”. Una unión es para la fuerza, no para la
debilidad. O, como dice un salmista, “mucho haremos si no hacemos nada”.
La merienda parte bien
La labor del definir
Que más parece tarea
De artesanos carpinteros.
Siete tablas se han de hacer…
En las vísperas un padre
Nos recuerda lo esencial
Pues sin Dios toda faena
Sin futuro quedará.
Se cena bien y en compañía
Y alguno de corre prisa:
No en vano hoy juega España
Que la cadena de Italia
Rompe al final in extremis.
Unos sureños amigos
Hasta tarde trabajaron
Más les dio al madrugada
Sin las tablas terminar.
No está de más recordar
Que medio siglo ha alcanzado
Ese catalán molt maco
Llamado como el de Hipona.
Hasta le hemos cantado
¡Pero no nos convidó!
Hasta le hemos cantado
¡Pero no nos convidó!
Refiérese aquí
un hecho luctuoso y no es el de la derrota de los connacionales del
Pobrecillo, ni la poca generosidad, sino a la vejez. El día acaba y, sin duda,
todos nuestros frailes, grandes y pequeños, han pasado por nuestras mentes:
para bien y, esperemos, para mejor a partir de mañana.
Día 28
San Ireneo, sabio y mártir, nos ayuda a
despertar
Mas con cierta prevención
Bajan las aves tempranas
Que hasta las siete la alarma
No deja de vigilar.
Primero Dios, y eso haces,
Celebrando con unción
Y cantando con denuedo,
Ayudándonos a dúo
Fray Sanchis y hermano Sáinz.
Rellenadas las alforjas
Con condumio mañanero
Se charla, fuman los pocos
Y de nuevo a tablear.
Nos cunden las dos sesiones
--hay urgencia “visitante”—
Y a la hora de la mesa
Los peces ya están vendidos.
Para premiar esa hazaña
De tan ardua diligencia
Los rabadanes nos dan
A los gañanes asueto.
Es decir, los visitadores abandonan nuestro
Sinaí por sus cafarnaúnes domésticos. Y los más de los rabadanes y gañanes han
acabado sus faenas. Pero queda que el tablao no sea un zapateao.
Ellos, en cambio, tenaces
(adictos, puede, a la unión)
Siguen con su reunión
Durante toda la tarde.
Con las llaves de san Pedro
Y el filo agudo de Pablo
Acaban ocio y trabajo
En la oración de la tarde.
Tras la cena un conducho
Tan sobrio como la casa
Nos permite festejar
La tarea “terminada”
Con la gracia del Señor.
Día 29
Poca cosa queda ya
“pa” rematar la faena:
Rezar con Pedro y con Pablo
Para ser Iglesia plena.
Ultiman los rabadanes
Ciertas cosillas menores
Y
aprovechan los gañanes
Para empaquetar las cosas.
A las 11, con su pompa,
Finaliza la asamblea,
con carta del General
y oyendo la propia esquela .
Misa y mesa, por su orden,
Ponen punto a nuestra fiesta
Que Dios y yantar van juntos
Cuando de hermanos se trata.
El esfuerzo, en efecto, de estos días no es
estéril ni puede serlo. Moisés tardó 40 días para diez tablas. Nosotros, tres
para siete. Moisés las tiró al suelo y nosotros, como anticipo del convite
celestial, las lanzamos al cielo para que Francisco, sabiendo que hemos hecho
nuetsra parte, haga la suya.
Ya, para broche fraterno,
Permitid que los cronistas,
Con un “gracias y un “perdón”,
Finalicen su encomienda.
Grcaias por la confianza,
Pero admitid que un suspiro
Salió de vuestras gargantas
Al nombrarnos a nosotros
Y quedar libres vosotros.
Y perdón también, of course,
Por el desenfado ameno,
Nunca exento de ternura
De estros tropos mal rimados.
És el vosre germà Agustí
Y el calvo de fray Roncero
Y lo han pasado muy bien.
En alabanza de Cristo y de su siervo Francisco. Amén.
fr. J.M. Roncero y Fr. A.Boadas
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