La fe
auténtica, constructora de paz
El cartel quiere expresar de alguna manera el
mensaje que Benedicto XVI nos quiso dejar en la Carta Apostólica Porta Fidei, con la que nos convocó al Año de la fe. Entresacando algunos párrafos de la Carta nos
situamos en condiciones de entender el sentido del dibujo.
“La puerta de la fe” (cf. Hechos14, 27): Se cruza ese umbral cuando la
Palabra de Dios se anuncia y el corazón se deja plasmar por la gracia que
transforma. Atravesar esa puerta supone emprender un camino que dura toda la
vida.
La renovación de la Iglesia es
cuestión de fe. La renovación de la Iglesia pasa también a través del
testimonio ofrecido por la vida de los creyentes: con su misma existencia en el
mundo, los cristianos están llamados efectivamente a hacer resplandecer la
Palabra de verdad que el Señor Jesús nos dejó.
La fe crece creyendo. La fe, en efecto, crece cuando
se vive como experiencia de un amor que se recibe y se comunica como
experiencia de gracia y gozo.
Recorrer y reactualizar la
historia de la fe. Durante este tiempo, tendremos la mirada fija en Jesucristo, “que inició y completa nuestra fe” (Hebreos 12, 2). En él, muerto y resucitado
por nuestra salvación, se iluminan plenamente los ejemplos de fe que han
marcado los últimos dos mil años de nuestra historia de salvación.
Lo que el mundo necesita son
testigos de la fe. Lo que el mundo necesita hoy de manera especial es el
testimonio creíble de los que, iluminados en la mente y el corazón por la
Palabra del Señor, son capaces de abrir el corazón y la mente de muchos al
deseo de Dios y de la vida verdadera, ésa que no tiene fin.
El fondo del cartel es un paisaje tenebroso y gris, muerto como si
hubiera sido arrasado por una guerra,
simboliza la situación de la humanidad sin Dios.
La “TAU”, que en este caso representa la fe, nos abre la puerta a la
luz, a la vida y al color. Nos invita a una renovación de la existencia. La luz
del sol es la presencia de Dios Padre (artífice de todo), y de Cristo Luz del
mundo, que ilumina, no solo a todo hombre, sino al universo entero. El creyente
ha de resplandecer y comunicar la experiencia de gracia y gozo.
La “paloma”, en el dintel de la puerta, nos habla de la presencia del
Espíritu en todas las realidades de la vida: sirve de nexo entre las dos
realidades porque él está presente en todas partes.
Los materiales para la celebración los
podéis encontrar en:
Somos conscientes de la dificultad para
algunas comunidades, pero es la manera de economizar un poco. Si en alguna
comunidad no hubiera internet, seguro que algunos bienhechores pueden hacer el
favor de imprimirlo y entregarlo a los hermanos o a las hermanas.
Gracias por todo y feliz fiesta de San
Francisco
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